Vientos de fuego, tempestades de odio, palabras hirientes, acciones destructivas, a todo esto el Amor enfrentó. Yo vi su corazón, y yo vi su cuerpo y no había lugar sano, sangraba copiosamente. Quise curar sus heridas, quise arrancar las lanzas, las flechas, y darle antídotos para los venenos, pero el Amor me dijo:
- No lo hagas, porque estas heridas son las llagas que la humanidad me ha regalado y para mi son como joyas, no porque me guste la tortura, no porque aprecio el sufrimiento, sino que está allí para recordarle a aquellos que me hieren que, a pesar de todo, a pesar que me hallan matado mil una vez, le seguiré amando aún más y mas, como si fuese siempre una primera vez. Mis heridas no guardan rencores.
Y así me dijo. Y al decírmelo también, extenuó su último aliento, el amor había muerto delante de mi no porque lo hubieran matado, no `porque lo hubieran herido porque ya lo habían matado muchas veces antes. Sino porque el amor murió de amor, y yo me sentí agobiado y perturbado y quería saber el misterio.
Y escuché una voz en mi corazón que me dijo:
- Yo muero para revivir con mas amor para toda la eternidad.
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