El amor es abnegado, dedicado, fiel, atento y delicado, y todo esto debería ser tan apreciado. Pero me encontré el amor, tirado en el piso, golpeado, y humillado. Entonces, me acerque y le dije:
- ¿Que te ha pasado? ¿Quien te ha hecho esto?
Y con una voz triste y cansada, me dijo:
- La humanidad.
Ante tal respuesta, me di cuenta de tan terrible verdad. De inmediato, pude ver mis miserias y mi insignificancia. Entonces, le dije:
- ¡Perdóname y perdónanos ! ¿Qué podemos hacer?
Pero el amor no contesto, era demasiado tarde. El amor había muerto.
Y en mi desesperación grité:
- ¡Asesinos!
Y en mi desesperación también me di cuenta que yo mismo herí de muerte al amor.
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